María Rosa Vallecillo Gámez.
Profesora Titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social.
Universidad de Jaén.
1.El caos económico de la pandemia. Covid-19 no sólo está teniendo un impacto sísmico en la salud pública mundial, sino que también está provocando un caos en la economía, con interrupciones en la cadena de suministro y escasez de mano de obra, un gran problema para las empresas de todo el mundo.
Los cambios que se están produciendo en el mercado laboral son cada vez más pronunciados. En algunos países se han incrementado los abandonos voluntarios del trabajo, justo cuando la demanda de personas trabajadoras aumenta a medida que las economías se reabren. Los últimos datos laborales de Estados Unidos, así lo demuestran. La última encuesta mensual del Departamento de Trabajo sobre ofertas de empleo y rotación laboral, muestra un incremento tanto de las ofertas de empleo hasta situarse en 10,4 millones, como del número de personas que abandonaron sus puestos de trabajo – la llamada «tasa de renuncias»- que ascendió a 4,3 millones, el nivel más alto registrado desde diciembre de 2000. Los sectores especialmente afectados por el abandono de los trabajadores fueron los servicios de hostelería y alimentación, el comercio al por mayor y la educación estatal y local.
Pero el problema no es sólo estadounidense y su importancia se relaciona con la subida de la tasa de interrupciones de la cadena de suministro en todo el mundo e industrias clave que luchan por recuperar el impulso debido a la falta de trabajadores o de materias primas. Esto perturba las redes de producción y suministro tanto locales como mundiales, obstaculizando el crecimiento económico y produciendo escasez de productos y servicios para los consumidores, lo que está provocando unos incrementos de la inflación que reducen el nivel adquisitivo de la ciudadanía y que afecta al conjunto de la economía.
2.Un repaso de la situación en EE.UU. Reino Unido y la zona euro. Si se evalúa el impacto potencial que la escasez de trabajadores podría tener en estas economías, existen evidencias de que el problema es anterior a la realidad actual. La falta de trabajadores cualificados no es sólo un síntoma más de la economía posterior a la pandemia, sino también el resultado de desarrollos más fundamentales en Estados Unidos, la zona euro y el Reino Unido, según los economistas de ING Carsten Brzeski, James Knightley, Bert Colijn y James Smith.
¿Qué pasa con los trabajadores estadounidenses? La economía de EE.UU. ha recuperado por completo toda la producción económica perdida a causa de la pandemia, aunque el empleo sigue estando 5 millones por debajo del nivel de febrero de 2020. Sin embargo, esto no se debe a la falta de demanda de trabajadores. En estos momentos hay más de diez millones de puestos de trabajo vacantes repartidos por todos los sectores, con una proporción récord de empresas que suben los salarios para intentar atraer al personal. En cambio, se trata de un problema de oferta de trabajadores, que está frenando la producción y aumentando las presiones inflacionistas en la economía. Una posible explicación es que los hogares han acumulado reservas de ahorro y no tienen ninguna urgencia por volver a trabajar, pero el problema podría ser más estructural que eso.
Quizá la pérdida más permanente de trabajadores esté impulsada por el gran número de trabajadores mayores que se jubilan anticipadamente. La idea de volver a la oficina y a los desplazamientos diarios puede desincentivar a muchas personas y, con el aumento de los mercados de valores que han impulsado los planes de pensiones 401k, la jubilación anticipada puede parecer una opción muy atractiva, unido a que el cierre de las fronteras ha frenado la inmigración con lo que menos trabajadores jóvenes se incorporan ahora a la población activa. Si atendemos a estos datos, podemos extraer que la escasez del mercado laboral podría persistir durante bastante más tiempo, lo que supondrá que las empresas suban cada vez más los salarios para atraer al personal – en EE.UU., claro… – y que se podría traducir en una rápida subida de los tipos de interés.
¿Y el Reino Unido? La situación del Reino Unido también se ha visto agravada por el Brexit, ya que muchos de los trabajadores extranjeros de los que dependía el país han vuelto a casa durante la pandemia. La ausencia de trabajadores en industrias críticas como la producción de carne, la agricultura y el transporte provocó, a finales del año pasado, el pánico de los consumidores en el Reino Unido, con escasez de combustible en las gasolineras y advertencias de que miles de cabezas de ganado podrían ser sacrificadas. Esto ha llevado al gobierno a introducir visados temporales para los conductores de camiones y los trabajadores del sector avícola, y a establecer aumentos salariales – aquí también – para atraer a los trabajadores a industrias clave como la hostelería. El Reino Unido también se enfrenta a retos estructurales, como el hecho de que el crecimiento de la población en edad de trabajar se ralentizará durante la próxima década. Al igual que en Estados Unidos, esto puede amplificar algunas de las carencias actuales, pero también es un lastre estructural para el crecimiento potencial de las economías.
¿Y la zona euro? Pues aquí las circunstancias son diferentes. La zona euro trató de limitar la pérdida masiva de puestos de trabajo en la pandemia introduciendo planes de despido subvencionados por los gobiernos. Aun así, aunque la preocupación por la escasez de mano de obra no se parece en nada a la de EE.UU. y Reino Unido, ya empieza a sentirse como una preocupación adicional. Uno de los casos más reseñables es el de la locomotora de Europa, Alemania. Tras el cambio de liderazgo con la salida de Angela Merkel, el nuevo Gobierno social-liberal liderado por Olaf Scholz ya ha propuesto seguir esta dirección y, más concretamente, redactar una nueva ley de ciudadanía múltiple. Y en Dinamarca coinciden en que necesitan trabajadores extranjeros y, de hecho, el Ejecutivo ha anunciado que espera atraer a más de 20.000 próximamente para hacer frente a la crisis, pero endurecerá los criterios para mantenerse en el país una vez estén dentro. Aquellos que no logren trabajar al menos 37 horas semanales perderán todas las ayudas estatales y esperan que se marchen del país. Y en España el país se enfrenta, también, a un problema para encontrar empleados. Según su última encuesta de actividad, las compañías con dificultades para encontrar mano de obra se han disparado del 13,2% al 27,2%. La propia institución remarca que esto denota «mayores presiones sobre sus costes laborales, lo que denotaría que esa escasez de fuerza laboral tendría un reflejo sobre la cuantía de los incrementos salariales».
3.Las perspectivas de futuro. ¿la digitalización es la clave para el equilibrio? Según el Informe sobre el Futuro del Empleo 2020 del Foro Económico Mundial, de aquí a 2025, la automatización generalizada del lugar de trabajo vinculada al desarrollo tecnológico supondrá una reducción de aproximadamente 85 millones de puestos de trabajo, +10 millones en comparación con la cantidad estimada en una edición anterior del informe. Al mismo tiempo, pueden crearse hasta 97 millones de nuevos roles (-36 millones en comparación con el informe de 2018), que pueden captar mejor la nueva división del trabajo entre humanos y máquinas. ¿podría esto ayudar a equilibrar el mercado de trabajo, dejando fuera a los que quieren irse?
La cuestión no está clara en absoluto puesto que, a nivel de cada país, hay opiniones divergentes en torno al impacto de la revolución digital en la futura dinámica de creación/destrucción de empleo. Por ejemplo, los estudiosos estiman que la proporción de puestos de trabajo en EE.UU. que corren el riesgo de ser automatizados oscila entre el 9% y el 47%. Mientras tanto, en estudios similares aplicados a los Estados miembros de la UE la diferencia es aún mayor: entre el 7% y el 60%. Además, el grado de automatización de las actividades también es objeto de un amplio debate. Las estimaciones actuales muestran que sólo entre el 1% y el 9% de los puestos de trabajo podrían automatizarse mediante tecnologías demostradas.
En cambio, hay muchas pruebas del cambio progresivo de la calidad de la mano de obra exigida a los empleos. El empleo se está alejando de las tareas con un mayor contenido de rutina. En 2025, las actividades repetitivas pasarán del 15,4% de la población activa al 9%. A la luz de la mayor intensidad rutinaria de los empleos menos cualificados, este cambio tecnológico con sesgo de cualificación puede tener importantes implicaciones distributivas, dando lugar a una creciente polarización del mercado laboral. Casi la mitad de los nuevos puestos de trabajo creados por la transformación digital requerirán una alta cualificación. En consecuencia, alrededor del 40% de los trabajadores con menor nivel de formación se enfrentarán al riesgo de que su puesto de trabajo se automatice, frente al 5% de los trabajadores con un título superior que se enfrentan a la misma amenaza.
Las reflexiones que venimos haciendo en el blog sobre como un mayor uso de la tecnología requiere a una mayor demanda de competencias digitales, no cognitivas, como la comunicación, la creatividad y el pensamiento crítico, siguen estando de actualidad. La demanda de algunas profesiones como los ingenieros de robótica, los especialistas en inteligencia artificial y los especialistas en marketing digital seguirá aumentando gradualmente y, probablemente, en detrimento de puestos de trabajo como los trabajadores de montaje y de fábrica, los secretarios ejecutivos, los contables y los auditores.
4.¿Qué país está mejor preparado? El cambio tecnológico y la digitalización refuerzan también la importancia de las competencias como herramienta geopolítica. Por ello, las carencias de competencias en el mercado laboral local y la incapacidad de atraer el talento adecuado representan algunos de los principales obstáculos para la adopción de las nuevas tecnologías. Por lo tanto, los países cuyos sistemas educativos y laborales puedan afrontar eficazmente estas cuestiones podrían obtener los mayores beneficios de la transformación digital y reducir sus efectos adversos.
En este contexto, según el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, Estados Unidos, tras los Emiratos Árabes Unidos y Suiza, es el país con mayor capacidad para atraer y retener el talento. El primer estado miembro de la UE dentro de este ranking, Alemania, se encuentra diez posiciones por debajo. Por otro lado, la UE ha superado a Estados Unidos como destino de los estudiantes internacionales, con un 45% del total de estudiantes internacionales frente al 25% de Estados Unidos; sin embargo, la mayoría no se queda en Europa después de graduarse. En consecuencia, se calcula que sólo tres de cada diez emigrantes de terceros países con estudios superiores que residen en países de la OCDE viven en la UE, frente a los seis de cada uno que residen en Norteamérica. China sólo ocupa el puesto 34, mientras que es la mayor fuente mundial de estudiantes internacionales, que representan alrededor del 10% del total de estudiantes internacionales en todo el mundo. Estados Unidos también lidera el índice de «facilidad para encontrar empleados cualificados», superando a Alemania y China en 19 y 40 posiciones respectivamente.
Otros dos factores cruciales en el camino hacia una transición digital fluida son la alfabetización digital de la población y el número de estudiantes de STEM. El primero es cada vez más necesario para que los trabajadores participen en programas de aprendizaje permanente para actualizar sus competencias. La segunda, en cambio, es de suma importancia, ya que los empleos del futuro demandarán fuertemente conocimientos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Los países del norte de Europa y América del Norte tienen el mayor grado de alfabetización digital, medido sobre la base de conocimientos suficientes de informática, codificación básica y lectura digital. Por el contrario, la parte oriental del mundo cuenta con el mayor porcentaje de estudiantes de STEM: Rusia, India, China y Singapur superan el 30%.
En resumen, los países más ricos parecen estar mejor preparados para absorber el impacto de la digitalización en el mercado laboral. Sin embargo, también es cierto que son los que más dificultades están encontrando para cubrir empleos en los que la cualificación técnica no es necesaria que son los que sufren mayor tasa de abandono. No queda más remedio que afirmar que todo esto exigirá nuevos acuerdos sobre el mercado laboral.