María Rosa Vallecillo Gámez.
Profesora Titular de Derecho del Trabajo.
Universidad de Jaén.
1.Las nuevas materias primas. Desde que se abordó a nivel mundial como consecuencia de las restricciones pandémicas una fundamental transformación de los hábitos de la ciudadanía en sus formas de consumo, relación y trabajo, no hemos parado de reflexionar acerca de la digitalización. Se ha hecho necesario incrementar la capacidad de los proveedores de todos los servicios relacionados con los nuevos hábitos y los resultados han sido el incremento de la principal materia prima de la que se nutre la economía digital y con la que esta se “fabrica”: los datos. Este subidón del producto básico necesario para esta nueva economía ha tenido también su propia consecuencia en el PIB nacional pasando de un 15% en 2018 a un 22% en 2020, según se recoge en el Informe Economía Digital en España publicado el pasado mes de febrero por la Asociación Española de Economía Digital (Adigital) y el Boston Consulting Group.
Pero la subida del PIB, si atendemos al índice DESI – el Índice de Economía y Sociedad Digital – seguirá incrementándose de aquí hasta 2026 en 3,9%, lo que supondrá una aportación de más de 47 millones de euros lo que lo situaría en 1.250 millones de euros. Y como cualquier materia prima necesita de centros de alojamiento o almacenaje e infraestructuras que los sostengan más allá de las plataformas tecnológicas y las propias redes de comunicación: los centros de datos. Esto tiene consecuencias económicas derivadas de las necesarias inversiones que, inevitablemente, revierten en empleo.
2.Pero ¿qué empleo? Asistimos en los últimos días a un debate sobre las causas de la falta de cobertura de determinados puestos de trabajo en un país que suma una de las mayores tasas de desempleo de Europa. Dos sectores son los que se consideran principalmente afectados por la ausencia de trabajadores “cualificados” demandados por las empresas. Uno la hostelería, lo que afecta sobremanera a uno de los principales motores de nuestra economía, el turismo, pero que no requiere una cualificación digital específica. Por eso, y a pesar de que sí es un sector afectado por el cambio de hábitos de consumo que, a su vez, ha impulsado un sector tan relevante como el de las plataformas tecnológicas y sus cuitas en el reconocimiento de derechos a sus trabajadores, no vamos a detenernos en él. Nuestras reflexiones se orientan hacia el otro, el sector asociado a la digitalización económica y a la creación de empleo vinculada a la creación de los centros de datos. El Informe Spain Data Center, publicado en marzo de este año por el Colegio de Economistas de Madrid y la Asociación España de Data Centers – Spain DC – estima que la inversión directa en centros de datos en España será de 6.837,6 millones de euros en 2026, a los que añaden otros 10.000 millones de inversión indirecta. Eso implica, según Spain DC, que cada euro invertido en un centro de datos repercutirá al menos 7 euros en el PIB.
En cuanto al empleo, la consolidación de la posición de liderazgo de España como nodo de interconexión del sur de Europa supondrá, siendo conservadores, la creación de 2.000 nuevos puestos de trabajo directo cualificado para 2026 y hasta 10.000 empleos más indirectos. Es más, las retribuciones asociadas a esa creación de empleo suponen un 20% de toda la inversión en capital inicial que se realice en la creación de centros de datos, con independencia de que el trabajo se realice en remoto o presencial, porque para el mantenimiento de los centros, también se precisa de talento local. Así lo expresa la empresa de análisis Penteo. La patronal de las “telco” en España – DigitalES – es más ambiciosa pero también puede ser más realista puesto que la información proviene de las demandas de sus socios. Según sus estimaciones, el crecimiento de este mercado traerá aparejado a la creación de entre 8.000 y 10.000 empleos directos. Estos datos son más realistas que las estimaciones que han ido ofreciendo los distintos hiperescalares al anunciar sus planes para nuestro país. Google Cloud, que se instalará sin siquiera construir centros de datos propios, prometió crear 10.000 empleos «en los próximos años». Microsoft, a su vez, estimó que su región de datos generará 10.200 nuevos puestos de trabajo cualificado. En ambos casos, estas cifras incluyen empleos directos, indirectos e inducidos, al igual que interrelaciones no demasiado claras con una cadena de valor entendida de forma muy generosa.
3.Y ¿cuáles son los perfiles que se demandan? ¿y que propuestas de solución se aportan? Según la misma patronal actualmente hay un déficit de 4.000 técnicos de climatización y 4.500 técnicos de electricidad, más los perfiles sin cuantificar aun de electromecánicos, especialistas en climatización y gestión energética, ingenieros, arquitectos cloud o especialistas en ciberseguridad, según se desprende también del informe de Randstad. Los centros de datos no son actividades intensivas en personal, pero sí atraen una importante industria auxiliar a su alrededor. Además, el empleo que se genera es estable y bien remunerado. Sin embargo, este talento tan especializado que se demanda escasea en nuestro país.
Estos datos revelan una necesidad de formación urgente. Ametic – la patronal de la industria tecnológica de nuestro país, DigitalES y Spain DC coinciden en que la posición privilegiada que está alcanzando España en el mercado de los data centers obliga a buscar fórmulas para potenciar la formación en este ámbito. El desconocimiento de nuestro sector en las escuelas y facultades está provocando una importante brecha entre la oferta y la demanda de empleo, con las inevitables consecuencias sobre la economía local.
Una de las cuestiones que podría suponer un impulso a la solución es el estímulo de sinergias y alianzas público-privadas para la promoción de carreras dentro de los data center. En un momento en el que la nueva ley de Formación Profesional impulsa la Formación Dual, la línea principal sería que estas empresas – aunque el modelo sería extensible a cualquier actividad productiva – trabajaran en estrecha colaboración con todas las administraciones y con los actores del sector educativo y de la formación en España para favorecer que los profesionales actuales y futuros tengan posibilidades de formación constante y de empleo en la industria de los centros de datos. Estas acciones podrían combinarse tanto con las que promueven la incorporación del talento femenino, cada vez más presente en las profesiones STEM y el fomento de la contratación y la reconversión de los profesionales mayores de 50 años, dotando a estos perfiles senior de las capacitaciones actualizadas que permitan su plena incorporación al mercado laboral de los data centers.
En conclusión: las iniciativas necesarias para retener y promover el talento TIC pasa por abordar conceptos como el salario emocional y la creación de ambientes de trabajo más amables que permitan el desarrollo integral de las personas empleadas, aunque sabemos que, de momento, esto es difícil de conciliar en el entorno empresarial español. El verdadero gap entre la oferta y la demanda requiere una formación básica y una reconsideración de muchos puestos de trabajo, pero también de unas políticas públicas orientadas a la atracción un empleo de estas características que logre desarrollar verdaderos clusters organizativos en tanto que polos de atracción del talento local. Por eso, ahora es tiempo de comprobar si las reformas de la formación profesional resuelven parte del problema y si las instituciones son capaces de innovar en política públicas de alto rendimiento económico y social en la inversión.