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A vueltas con la semana de cuatro días: apuntes de actualidad

María Rosa Vallecillo Gámez.
Profesora Titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social.
Universidad de Jaén.


1.Retomamos la actualidad. En una semana en la que el Comisario de Empleo y Derechos Sociales, Nicolas Schmit ha realizado unas declaraciones sobre la posibilidad de que la implantación de la semana de cuatro días pueda convertirse en un factor de atracción de mano de obra a determinados sectores que la está, creemos necesario repasar las consecuencias y beneficios que esta modificación de las condiciones de trabajo, supone, o se presupone, en los países que ya la han experimentado. De momento, y tras las declaraciones del Comisario, Bruselas parece convencida de sus bondades, si bien, la plantea como un elemento fundamental en el marco de la negociación colectiva y como tema de discusión en el marco de la UE, aunque, de momento, no hay una posición común en el bloque europeo.

Ya hemos comentado en diferentes espacios que las nuevas generaciones que se incorporan, o pretenden hacerlo, al mercado de trabajo, buscan un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, por lo que la introducción de este elemento nuevo de las relaciones de empleo, puede ayudar a la captación de un talento joven que no se conforma con cualquier trabajo y que prioriza el bienestar al salario.

El Comisario puso el ejemplo de Alemania, donde el mayor sindicato pide que se avance en la implantación de la semana de cuatro días, al tiempo que algunas empresas ya presentan esta alternativa para contratar trabajadores, concretamente en el sector del transporte. Pero para la UE, el mayor problema no es tanto el desempleo como la escasez de mano de obra, con un componente fundamental que se viene arrastrando a lo largo de los tiempos: los enormes desajustes en las cualificaciones entre la oferta y la demanda, una de las lacras permanentes de nuestro mercado de trabajo y que las políticas activas de empleo, no han conseguido resolver. A eso se une el hecho de que, en algunos sectores, se incrementa la dificultad para encontrar trabajadores por las propias condiciones de trabajo.

En el marco del Programa de Trabajo Decente en Portugal, se estableció un proyecto piloto para probar la semana de cuatro días de forma voluntaria y sin pérdida de ingresos que dará comienzo a partir del mes de junio, por tanto comienza mañana. Si bien es cierto que en algunas empresas se trabajará más horas en cada día. Será un acuerdo entre empresarios y trabajadores. Por el momento, no se ha estipulado un número de horas concretas: la jornada semanal podrá ser de 32, 34 o 36 horas. En el sector privado la prueba piloto que comienza ahora, durará seis meses y cuenta con 46 empresas se un total de 99 interesadas en el proyecto piloto. Luego, en una segunda fase, le tocará el turno al sector público, en las administraciones está previsto que se ponga en marcha en 2024. Además, habrá una tercera ronda para comparar empresas con la jornada de cuatro días con otras que hayan mantenido el calendario de lunes a viernes. En total, 60 compañías elegidas de forma aleatoria por la Administración que sí recibirán subvenciones de dinero público.

Aunque es una cuestión de la que se lleva hablando, como ocurre en otros ámbitos de las relaciones de trabajo que pueden relacionarse con esta cuestión – el teletrabajo por ejemplo – ha sido la pandemia y sus consecuencias las que han reavivado el interés, con trabajadores y empleadores repensando la importancia de la flexibilidad y los beneficios en el lugar de trabajo. La idea es simple: los empleados trabajarían cuatro días a la semana mientras se les paga lo mismo y se les paga los mismos beneficios, pero con la misma carga de trabajo.


2.¿Qué beneficios se le supone a esta medida? Aclamado como el futuro de la productividad de los empleados y el equilibrio entre el trabajo y la vida privada, los defensores de la semana laboral de cuatro días sugieren que, cuando se implementa, la satisfacción del trabajador aumenta, al igual que la productividad y se ha convertido en una demanda sindical en toda Europa.

Bélgica introdujo en febrero del pasado año, una semana laboral de cuatro días de carácter voluntario para los empleados, sin pérdida de salario. El proyecto de ley entró en vigor el 21 de noviembre pasado. Pero, acogerse a esta opción no significa que vayan a trabajar menos, simplemente condensarán sus horas de trabajo en menos días. La justificación es que el cambio ayude a que el notoriamente rígido mercado laboral de Bélgica sea más flexible y facilite a las personas la combinación de sus vidas familiares con sus carreras profesionales y dotar de dinamismo a la economía. Solo alrededor de 71 de cada 100 belgas en el grupo de edad de 20 a 64 años tienen un trabajo, menos que el promedio de la zona del euro de alrededor de 73 y un total de 10 puntos porcentuales menos que en países vecinos como los Países Bajos y Alemania, según los datos de Eurostat para el tercer trimestre de 2021.

Reino Unido afirma que las empresas que se han acogido a la semana de cuatro días, más de 70 empresas en todo el Reino Unido, han prosperado gracias a la «productividad del 101 %». Pero no solo se habla de un impulso a la productividad sino también a la felicidad del personal. Algunas empresas han aplicado unas reglas específicas. Por ejemplo, la Consultoría ambiental Tyler Grange adoptó la regla 100/80/100, esto es, paga el 100%, durante el 80% de las veces, al tiempo que mantiene una productividad del 100%.

El secreto se basa en introducir innovaciones y encontrar nuevas formas de trabajar, a pesar de que eso suponga una presión añadida que, para esta empresa supuso la dimisión de dos trabajadores que no estaban dispuestos a trabajar en cuatro días lo que podrían hacer en cinco. Con estas circunstancias, la compañía incluso desarrolló una aplicación para medir la fatiga y la felicidad de los empleados y, como era de esperar, descubrió que el fin de semana de tres días reducía la fatiga, mientras que los niveles de felicidad aumentaron, lo mismo que la productividad, que subió hasta el 101%.

El último Informe de Tendencias Globales de Talento de LinkedIn recoge que la acción que los empleados valoran más, actualmente, por parte de las empresas, más allá de la compensación, es la flexibilidad, seguida de las oportunidades de desarrollo de habilidades y el equilibrio entre el trabajo y la vida privada, aunque matiza que, si bien es una buena medida la implementación de la semana laboral de cuatro días, también será importante que las empresas se tomen el tiempo para reconocer que esta no es la única respuesta a esta expectativa de más flexibilidad.

La prueba de esta nueva jornada laboral en Irlanda, se consideró también un éxito rotundo. Una asociación con la campaña Four Day Week Ireland, University College Dublin y Boston College, examinó el impacto desde diferentes perspectivas: financiero, social y ambiental. Si bien el estudio se realizó sobre 12 empresas participantes, todas ellas concluyeron su intención de continuar con ella por los buenos resultados obtenidos, y aunque detectan, mejoras significativas en métricas como el estrés, el agotamiento y la fatiga, también concluyeron que tiempo promedio de sueño de los participantes aumentó de 7,02 horas por noche a 7,72 horas, es decir, más de 40 minutos más de sueño cada noche. Una posible explicación es que aquellos que cuentan con un día libre extra durante la semana usan ese tiempo libre para hacer algunas de las tareas que de otro modo sería necesario realizarlas en horario nocturno. Igualmente, los participantes pasaron 36 minutos más por semana en promedio disfrutando de pasatiempos.

Los sindicatos irlandeses se suman a la valoración positiva en materia de conciliación, por ejemplo Kevin Callinan, el secretario general del sindicato Fórsa «En el mundo laboral de hoy en día hay un desajuste entre la cantidad de tiempo que pasamos trabajando y el tiempo que pasamos con nuestras familias y amigos» y afirmando que «la semana de cuatro días puede estar a la vanguardia de una nueva era de trabajo, proporcionando beneficios sociales transformadores sin perder salario o productividad».

Islandia fue uno de los países pioneros con los primeros experimentos en 2015 y 2017, descritos como un «éxito abrumador» por los investigadores. Se incluyó a algo más del 1 por ciento de la población activa de Islandia y se cambió de una semana de 40 horas a 35 o 36 como parte de una iniciativa en curso. Los grupos detrás de este innovador ensayo querían averiguar qué impacto podrían tener las semanas más cortas en el bienestar y el equilibrio entre el trabajo y la vida privada, así como en la productividad general. Pasados los años, se han instaurado cambios permanentes en este mercado de trabajo. El 86% de las personas ahora trabajan semanas más cortas o tienen contratos que les permiten reducir sus horas, con consecuencias en el bienestar de los empleados con diferentes resultados, desde menos estrés y agotamiento hasta una mejor salud en general. Asumiendo estos cambios sin pérdida de productividad o ingresos.


3.El impacto medioambiental. Pero también se apreciaron implicaciones importantes en la minimización del impacto medioambiental, con reducciones en la huella de carbono y con afirmaciones que apuntan a que la reducción de las horas de trabajo podría ayudar a resolver la crisis climática, con base en que una mayor libertad de elección en la forma en que pasamos nuestro tiempo podría ser buena para el medio ambiente.

Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) cambiar a una semana de cuatro días, sin una reducción en el salario, podría reducir la huella de carbono del Reino Unido en 127 millones de toneladas cada año hasta 2025. Eso supone una reducción del 21,8 por ciento y más que toda la huella de carbono de Suiza. La reducción se asocia a menos consumo de energía y recortes en los desplazamientos intensivos en carbono como probablemente unas de las vías más obvias, pero hay algunas formas más únicas en las que las horas de trabajo más cortas pueden ayudar al planeta. Entre 1990 y 2016, las emisiones dentro de las fronteras del Reino Unido se redujeron en un 41%, pero la huella basada en el consumo solo se redujo en un 15%, por lo que el informe concluye que «una reducción de las horas de trabajo podría desempeñar un papel clave en la lucha contra estas emisiones difíciles de descarbonizar».

¿Trabajar desde casa también puede reducir las emisiones de CO2? Las prácticas de trabajo más flexibles, en general, podrían ser mejores para el medio ambiente. Menos días en la oficina, ya sea una semana de cuatro días o trabajando desde casa, conduce a menos desplazamientos. Para aquellos que viajan más de 6 km todos los días, permanecer en casa reduciría sus emisiones de carbono, según la AIE. Si todo el que pudiera trabajar desde casa en el mundo, lo hiciera solo un día a la semana se estima un ahorro del 1% del consumo mundial de petróleo del transporte por carretera. Si, además, se tuviera en cuenta el aumento del consumo de energía de nuestros ordenadores portátiles, teléfonos y hervidores de agua durante una pausa para el café a media mañana, todavía reduciría cada año en 24 millones las toneladas de CO2, el equivalente a lo que el Gran Londres emite cada año.

Más tiempo libre podría conducir a un cambio cultural de paradigma en la forma en que vemos la abundancia. Menos tiempo en el trabajo significa más posibilidad de que toda la sociedad se traslade a actividades bajas en carbono en lugar de usar nuestras horas fuera del trabajo para consumir más. A nivel global, esta es una pequeña reducción, pero es solo otra pieza en el gran rompecabezas de cumplir con los objetivos de sostenibilidad a largo plazo como un mundo.